jueves, 25 de agosto de 2011

QUIEN TENGA OIDOS ENTIENDA

!QUIEN TENGA OIDOS ENTIENDA!

La diligencia que me impulsa y me empuja a repetir dichos mensajes de advertencia y consolación es para sensibilizar aquellos hermanos que se sienten solos y cansados de asumir su responsabilidad y puedan asimilar las nuevas frecuencias evolutivas. Se trata de que no pierdan su programa que está predestinado a una nueva generación cuyos espíritus son la herencia de los 144,000 portadores del G.N.A (de origen celeste)

El resultado de este número, será la nueva humanidad que es minuciosamente probada y cribada con el fin de conservar la incorruptibilidad en el cuerpo, la mente y en el espíritu. De ésta selección se formará y será el nuevo pueblo heredero del reino celeste en la Tierra.

Sólo por este motivo se puede justificar mi insistente continuidad al discurso.

Esta nueva generación perteneciente a los 144.000 será la calidad fermentadora de las nuevas frecuencias.

Sin embargo para aquellos que no han atendido al mensaje celeste.

Les digo:

¿Queréis repetir los mismos errores del pasado?


Buscáis, por todos los medios escarnecer, ridiculizar y burlar. ¿Por qué? ¿Por qué?


¿Os preguntáis el por qué lo hacéis? ¿Estáis contra el bien? ¿Estáis contra el amor universal? ¿Estáis contra la justicia? ¿Estáis contra quien grita la verdad?

¿Por qué?

Escarnecéis y perseguís a aquellos que desean un mundo mejor, una humanidad fraternal, feliz, menos egoísta, menos violenta, menos hipócrita, menos auto-lesionante, menos destructiva.


¿Teméis? ¿Lo qué? ¿La justicia?


¿Teméis a aquellos, que, creciendo, no os asemejan más, ni están dispuestos a cometer los errores y los horrores que habéis cometido y cometéis?

Tenéis el fango hasta los cabellos y quisierais envolver a quien desea seguir limpio.


Entonces disuadís, denigráis, vituperáis con lengua bifurcada. Decís: ¡Están locos! ¡Son unos catastrofistas! ¡Unos insensatos! ¡Unos fanáticos! Y todo clase de improperios más, con tal desprestigiar y no oír la verdad

Pues bien, amigos terrestres, nosotros os decimos haber injertado sobre 7.465.006 personas de ambos sexos, una genética que no es de vuestro mundo. Estos saben, muy bien, lo que deben hacer y no temen vuestros blasfemos juicios, no temen vuestro odio. Su conmiseración es grande y a vuestro odio anteponen su amor.


Pero, tened cuidado: pueden anteponer su justicia, si su amor no fuese suficiente para haceros arrepentir de no perseverar en el error.
La fuerza que reside en el pensamiento de estas personas está regulada por una programación bien precisa y ausente de cualquier ambición negativa o coercitiva. La genética que poseen no se lo permite, porque los vuelve plenamente conscientes del bien y del mal. Sus pensamientos son cuerpos obrantes y modificadores. Los efectos negativos, surgidos de causas negativas, vienen reprimidos por estos cuerpos-pensamiento modificadores y, casi siempre transformados en efectos positivos.


Nuestra asistencia sobre éstos es activa y constante porque los consideramos nuestros hermanos, a todos los efectos. Debemos, aún si la mayoría no lo agradece, crear los presupuestos ideales del reino de Dios en la tierra. Es un designio que debemos realizar por suprema voluntad del Altísimo y creemos deber advertiros que todo tipo de oposición resultará vana.
Es el tiempo. ¡Lo sabíais!. No es posible replicar a Dios. Muchas estructuras existenciales están destinadas a mutar.


Las actividades biodinámicas sufrirán una renovación radical e incluso la genética se verá obligada a elaborar condiciones totalmente diferentes. El crecimiento del planeta que habitáis, os propondrá nuevas energías cósmicas evolutivas y no podréis evitar estar implicados en este proceso cíclico que impone el dinamismo del espíritu creativo.


Seréis útiles si os adaptáis a este nuevo desarrollo.


Seréis cuerdos si comprendéis, en tiempo útil, las apremiantes exigencias de la ley superior cosmofísica y las leyes inmutables que la gobiernan en los ciclos de crecimiento.


Vuestro planeta muta y así, también vosotros, debéis crecer si solicitáis, realmente, servir conscientes los valores eternos que confirman, en cordura y discernimiento, los dinamismos existenciales y los vuelven armónicos y equilibrados.


No sabéis por qué existís, pero no podéis ignorar que sí existís, es un motivo válido para existir, operar, y ser. Sea como fuere, hasta que seáis convertidos en un instrumento directivo y no ejecutivo.


El Gran espíritu y el pequeño espíritu no se separarán.
El uno sirve al otro, y el otro al uno.

Jacobo





No hay comentarios:

Publicar un comentario