Frecuentemente se
habla y se cuestiona entre el público si existió o no la Atlántida y de ser
así, porque aún hoy, los científicos no han dado oficialmente una respuesta
válida y certera de que así fuese sino meras suposiciones, a pesar de que lo
han visto en multitud de ocasiones a través de la red de satélites que disponen
varios gobiernos, localizando restos reposando en el fondo del Océano, ruinas
de construcciones de origen desconocido, se ha podido observar que fueron
construidas por una inteligencia, que han hecho pensar que fue la mano del
hombre quien lo hizo. Viendo y comprobando que eran edificaciones muy antiguas,
valorándolas como restos valiosos de la desaparecida Atlántida.
De este ya e inexistente continente que adormece en el lecho
marino sólo se tiene conocimiento por los escritos que dejó Platón,
refiriéndose a la gran Atlantis
recordada como una avanzada y floreciente civilización, que en un abrir y
cerrar de ojos fue tragada por las
aguas, durmiendo bajo el fondo marino.
Pues bien a decir verdad existió este citado continente que,
estaba situado en el Océano Atlántico entre América y Europa, poseía el polo de cultura más elevado que se ha
conocido en la historia de este Planeta. Sus habitantes de tez oscura rojiza se
repartían por una geografía óptima, por su clima y su disposición de abrigo
entre los grandes continentes que la rodeaban; por el Norte, la famosa hiperbórea (Groenlandia) que cerraba paso a los hielos
del Norte y por todos sus demás puntos cardinales, tierra que la acolchaba y
protegía de cualquier inclemencia.
Se había desarrollada como se ha dicho una civilización
fantástica, que en mayor medida se conservaba del vulgo por la casta sacerdotal
que era la depositaria del poder, que se le había entregado por los hermanos
del espacio, teniendo la precaución de no trasmitirlo, guardándolo celosamente.
Esta civilización en
su primer momento fue instruida por distintas civilizaciones extraterrestres: y
digo: ciertamente por hermanos del espacio porque fueron diversas las culturas que habían
contactado con la élite espiritual y cultural de aquella raza y habían
establecido unos lazos de cooperación y de ayuda notables. Por aquel entonces
este continente estaba vinculado a la Gran Confederación Intergaláctica de
pueblos libres y redimidos del mal. Era por tanto frecuente y lógico los
platillos volantes que ahora tanto nos asombra verlos circular, entonces lo
hacían por sus calles y campos, saber que de aquellos ingenios solo les podía
venirles bendiciones y conocimiento.
Fueron miles de años donde la sabiduría se fue haciendo
archivo. Los sagrados templos de aquel pueblo fueron construidos de oro como el
de “Poseidón” gran construcción con medidas concebidas de acuerdo a las medidas
cósmicas y que contenía una pirámide parecida a la de Keops en Egipto, pero la
de esta civilización tan desarrollada estaba cubierta totalmente de oro puro,
que a semejanza de un faro luminoso multiplicaba las frecuencias del sol por
todo su entorno. Aquel templo y aquella pirámide contenían a su vez un aparato
magistral en forma de cristal regalado por los tutores del espacio, que hacia
de ojo vigilante de cuanto ocurría en cientos de miles de Km. A través de dicho
aparato por medio de la geometría precisa de la gran construcción se atraía la
energía cósmica dulcificadora capaz de armonizar las relaciones humanas, las
cosechas y la benignidad de un clima tropical que producía bienestar perpetuo.
Podría decirse que este periodo estuvo ocupado por el hombre
consciente puesto que nunca antes ni con el periodo de Lemuria ni si quiera hoy
se ha conseguido, la dignidad del individuo había alcanzado mayor cota y mejor
vibración.
Pero el poder y la magnificencia de aquella sociedad fue
pronta codiciada por los pueblos bárbaros ribereños y a media que el tiempo
pasaba eran frecuentes las incursiones de los ladrones y piratas insaciables en
su deseo de conquista de sus tierras y bienes. Mientras iba degenerándose,
desoyendo a los sacerdotes y sabios que hacían llamamientos aquel pueblo que
ahora padecía las consecuencias de sus errores. Por otra parte los caudillos,
caciques imponían costumbres licenciosas, la degeneración sexual y moral se
hacia código de comportamiento en aquellos pobladores que borrachos de
desenfreno sólo atendían a los apetitos de sus sentidos.
Todo se estaba perdiendo y ninguna fuerza podía para el mal
que cabalgaba a sus anchas entre los
hombres de aquel tiempo. Los extraterrestres retiraron el ojo vigilante de la
gran pirámide y pasaron a la invisibilidad, puesto que el Consejo Supremo de la
Gran Confederación así se lo ordenó.
Acontecimientos sangrientos y dolorosos debían llegar y sólo
lo salvable debía ser salvado en el momento preciso de aniquilamiento y de
autodestrucción.
El Gran Maestro de Poseidón hizo marchar a sus emisarios,
convoco un concilio entre los Altos Iniciados y las fuerzas fieles a las leyes
cósmicas y las siete órdenes esotéricas que gobernaban el mundo y una
delegación extraterrestre que representaba a la Gran Confederación
Intergaláctica.
Se reunieron todos en la Gran Pirámide, diciendo el Gran
Maestre; nuestros astrólogos y Grandes Maestros nos lo habían anunciado y se ha dado, el proceso de
regeneración es imposible. Por lo tanto sometamos a votación nuestros destinos
busquemos una salida digna y honrosa para el conocimiento que nos ha sido
entregado por nuestros padres y hermanos del espacio.
La gran sala circular reunía a los más venerables ancianos
de la sabiduría, todos tenían sus ojos húmedos y llenos de tristeza puesto que debían retirarse a las
grutas y ocultar el conocimiento de nuevo, una vez más la llama debía meterse
en la oscuridad puesto que el hombre no sabía ni podía asimilar el brillo ni la
irradiación de la verdad.
Parte de los Iniciados
de cada uno de las siete órdenes secretas que gobernaban el proceso
espiritual de la humanidad debían marcharse a la entonces colonia comercial de
la Atlántida “Egipto” y recomenzar el proceso de reconstrucción espiritual. El
resto de los maestros debían introducirse en las ciudades subterráneas del Planeta
que se encuentran en el subsuelo de Sudamérica, Tíbet a esperar hasta la era de
Acuario con el resto del conocimiento.
Estos fueron los puntos básicos de aquella reunión acompañada de un
hecho maravilloso y revelador al despedirse se pusieron todos de pie y
levantaron los ojos en lo alto fijándose en el punto focal de la Pirámide de
donde colgaba un bastón de oro reluciente, este empezó a dar vueltas, se rodeo
de un aura y poco después ese aura se desprendió del bastón y empezó a girar
por encima de las cabezas de los reunidos, hasta que se detuvo sobre la de un
joven alto y moreno que con los ojos bajos se maravillaba de lo que allí estaba
sucediendo, este joven no era otro que “Hermes” y su misión sería la más grande
de todos los tiempos.
Terminó la reunión y cada grupo iría a sus respectivos
destinos. Todos los rollos y manuscritos así como los instrumentos de alta
tecnología cósmica fueron sacados y llevados al reducto interno de la Tierra.
Los extraterrestres a su vez sacaron con
sus astronaves parte de los restos que hablaba de la historia del Planeta,
codificándolo en ondas vibracionales que
se alojaron en los Sagrados Registros Akásicos.
Las fuerzas antigravitacionales cesaron dando como
consecuencia inmediata la caída de uno de los satélites naturales del
planeta que viajaba en una órbita paralela a nuestra luna y lo poco que quedaba
de la Atlántida se hundió.
Los pueblos como Grecia, India, Asia viajaron por medio de sus iniciados y
profetas al antiguo Egipto a fin de recibir el conocimiento sagrado que fluía a
través de Hermes, que en sus manuscritos tenía el conocimiento del saber de la
alquimia, astrología, moral histórico y cosmogónico, que la mente humana era
capaz de concebir.
Hubo un tiempo que el antiguo Egipto iluminó como faro
incandescente a toda la humanidad, este Hermes fue llamado “Trismegisto” el
Tres Veces Grande y adorado como el Dios Thot en esa cultura y en Grecia como
Hermes. La mayoría de sus tratados y escritos se perdieron en los incendios de
la Biblioteca de Alejandría, pero es tan cierto que solo se quemaron las copias
puesto que los auténticos están en los reductos de la Gran Pirámide de Keops
así como yace oculto el sincronizador u ojo cósmico que cubría la piedra
angular de la Gran Pirámide que es, de la misma estructura que en su día
brilló la Pirámide Sagrada de Poseidón.
Algunos libros de Hermes han llegado a nuestras manos como
es Kibalión, Poimandres, Asclepios y La Llave, llenando la mente de los sabios
buscadores y otros tantos luchadores de la ignorancia.
Muchos os
preguntaréis pues como ha podido suceder que una civilización tan evolucionada
y tutelada por los seres cósmicos se haya degradado tanto como para llegar a
este fin.
Bien os diré que por encima de todo prevalece el libre
albedrío del individuo y como tal puede
escoger lo que debe y lo que no debe, en él está en ser una cosa u otra. Esta
es su elección.
El Hermano Superior
no impone sino que ofrece, aconseja y ayuda; pero el hombre no se deja
aconsejar ni ayudar, escoge siempre caminos pedregosos llenos de zarzas,
enredándose y obligándose a sufrir una larga y agotadora caminata. Así es el
camino de la evolución en el ser humano, donde hay periodos de crecimiento y
decrecimiento, cuando esta última se impone debe de dar paso a otra civilización,
con nuevos valores y nueva linfa para dar fruto hermoso y sano que tenga como
punto de arranque la perfección.