sábado, 29 de agosto de 2009

LA JUSTICIA EN ACCION


Viendo que hay muchos que se horrorizan por ver en bastantes puntos de la Tierra que arden o se destruyen por causa del hombre, o bien, es la propia Naturaleza que se defiende enviando catástrofes de enormes proporciones sin que éstos puedan hacer nada para impedirlo. Me dirijo a ellos para que sepan que estamos así por culpa del hombre que ha desencadenado la Santa Ira de Dios, por ello estamos en pleno “Castigo Divino”.


Hoy es Grecia la que le ha tocado sufrir con gran virulencia las llamas de purificación, que se han extendido devorándolo todo lo que encontraba a su paso, llegando hasta el entorno de la Capital, peligrando la “Monumental Metrópolis” cuna de la democracia y de grandes filósofos, pero viciada por sus actuales costumbres. ¿No os dice nada esto?

cuando sus habitantes no podían remediar tal situación dantesca. Mostrándose asustados e impotentes ante el avance del fuego despojándolos de sus bienes de toda una vida de sacrificios; con espanto se llevaban las manos a la cabeza no entendiendo esta difícil situación de miedo y horror que estaban viviendo.


El gentío todavía a estas alturas no se ha enterado que estamos en plena Apocalipsis y, que uno de los cuatro Jinetes del Apocalipsis es el “Fuego” siendo uno más de los instrumentados que se sirve Dios para castigar. Este Zigo elemental, devora y purifica todo lo corrupto y malo que esta civilización ha creado sin ninguna contemplación. Sin embargo la masa olvida fácilmente aquellas palabras de Cristo, que nos advirtió de que estos desastres sucederían si el hombre no se enmendase de su vil comportamiento . Dijo: que conducirían a hechos terribles sin poderse evitar como: Guerras, rumores de guerras, hambrunas, pestes de todo tipo, epidemias que no se combatirían con nada, huracanes, tornados, tormentas, inundaciones, terremotos, volcanes y otras de gran magnitud que acabarían con el hombre. En verdad os digo que esto ya está ocurriendo en la actualidad con mayor asiduidad, fuerza y destrucción que nunca.


El tiempo ha pasado pero sus palabras ¡No!

Perdurando hasta nuestros días, agravadas y sostenidas por vuestra desidia consentida y fomentada de maldad. Ya que de nuevo os ha sido dado infinitas oportunidades e innumerables advertencias para que cambiarais vuestro mal hacer y pudierais redimiros y salvaros. Lo habéis rechazado con desprecio y soberbia el ofrecimiento que os ha traído el Amor más grande de todos los amores.

No podréis inhibiros ni tener excusa de esta realidad que tendréis que afrontar en este tiempo del fin.


Y puesto que se os ha vuelto a recordar por propia voz y presencia de su amado discípulo “Juan Evangelista” Al cual no le habéis creído. En lugar de eso ha sido, perseguido, vituperado, escarnecido, ridiculizado y encarcelado, dándole la espalda a todo lo que provenía de él y del Cielo. Rechazando así el mensaje que aportaba para el bien de la humanidad, siendo para vosotros un personaje molesto e incomodo.


Juan a quién le fue dado la Gran Revelación o Libro del Apocalipsis en la Isla de Patmos; era por derecho quién le correspondía llevar a cabo el mensaje en su contenido total en estos días del fin. Revelando todo cuanto escribió en su tiempo. Así como ha divulgado cuanto ha visto y oído del Cielo, en previsión prevención para esta generación que de continuar de este modo erróneo, los conduciría al desastre final.

No escatimando esfuerzos ni desvelos ni pesadumbres por amor al prójimo.

Repitiendo más de mil veces mil el mensaje de advertencia, para que el hombre tomara conciencia de lo que iba a sucederle sino rectificaba sus actos nefastos.

Ha intentado por todos los medios salvar a esta humanidad del atolladero en la que se ha metido.

Ha repetido y repetido hasta la saciedad de lo que iba a suceder si no cambiaba sus formas de pensar y comportarse.

No importándole aun de ser mal visto, como de ser pesado e insistente por tocar el mismo tema una y otra vez.


Como veis terrestres habéis escogido el camino de la perdición y su particular vía crucis de salvación.


Así que todavía lo peor está por venir. No os asombréis por todo cuanto os digo, ya que soy, uno de los Ángeles del Apocalipsis que, os anuncia una vez más, que las palabras de Jesús se están cumpliendo una tras otra, puesto que la humanidad no ha dado señales de arrepentimiento, habiendo podido enmendarlo no ha hecho nada por hacerlo. Eso sí, se ha esmerado todo lo posible, volcándose hacia el mal. Y no ha puesto las cosas en su justo sitio como debía de ser en su función consciente y eficiente en las prerrogativas del bien, para lo que Dios lo creo.

¿Qué esperabais entonces obtener al comportaros así? ¡Sino es el propio castigo!

Esta generación no merece existir será flageada y consumida por el fuego u otros elementos de parecida justicia, que den lugar a vuestro exterminio.

Las guerras, hambrunas, epidemias etc. etc. serán más frecuentes y destructivas que nunca y no os darán tregua hasta cumplir su función total.



Si lo ponéis en duda leed estas palabras del Altísimo:


Exterminaré de la faz de la Tierra al hombre por mí formado: hombres y animales, reptiles y pájaros del aire, todo exterminaré, puesto que me arrepiento de haberlos hecho".
(Génesis 6/6).


Quizás alguien un día podrá redactar un informe final referente a la lenta, atroz agonía de una civilización instruida por seres vueltos esclavos y vencidos por la muerte.

Prepararos, queridos terrestres, porque es verdad, cierto y verdadero que, Aquél que se llama Dios, no será tan misericordioso como muchísimos creen, ni está dispuesto a tolerar, más allá, la ya crecida locura destructiva de los hijos de la muerte.


Prepararos a ver cuanto os habéis obstinado a rechazar y a no querer creer.
Las calamidades, a su tiempo anunciadas, no os darán tregua ni reposo. Tendréis cuanto os habéis merecido, rechazando la oferta del Amor.


Bienaventurados aquellos que se han adherido a la Verdad del tiempo de todos los tiempos, ¡bienaventurados!
Para éstos es el Reino Prometido, el Paraíso en la Tierra.

No habéis querido aceptar el reclamo del Amor del Uno, ahora seréis obligados a aceptar, por Divina Justicia, quien os quebrante los riñones y los corazones.

Así habla el Señor por boca de uno de sus siervos Jacobo.